Se viven tiempos medievales en la red. Si bien es cierto que gracias a los avances tecnológicos en gadgets como smartphones, tablets, iphones y demás nos permiten una conectividad donde quiera que estemos, por otra parte vemos como el miedo a las libertades individuales, contradice el sentido y el espíritu de todas estas ideas de avanzada.
Durante la semana pasada vimos el inicio de los que muchos anunciaron (exageradamente) como la III Guerra Mundial. Una librada por hackers contra gobiernos e instituciones censoras. La ley SOPA y la PIPA proponían el cierre de cualquier medio donde se pusiera en duda el respeto a los derechos de autor, por lo que cualquier ciudadano que compartiese contenido sin autorización previa, podría ser demandado, juzgado y encarcelado. Esta ley era de carácter local y válida dentro de los Estados Unidos, pero dado que todos los portales relevantes están conectados de alguna manera a servidores ubicados en dicha nación, dicha medida terminaría por afectar a todos los usuarios del planeta.
Mientras cantábamos victoria por el recule del congresista padre de la SOPA, la Comunidad Europea ensartaba nuestras libertades aprobando el ACTA, que es una copia al carbón de la SOPA. Por lo que se crea un precedente que deja la puerta abierta al aluvión de demandas por parte las disqueras contra los usuarios.
Seamos sinceros, la pirateria le ha dado otro significado al comercio musical y cinematográfico. Muchos artistas no serían dados a conocer y sus canciones no fueran divulgadas si no fuera gracias a los CD's quemados. Esos mismos que escuchamos en los buses. ¿Alguien sabría quien es Maelo Ruiz de no ser gracias a los buhoneros de la música? ¿Me gustaría tanto el rock si en mi época adolescente me hubiesen prohibido grabar a Metallica en la radio en mis cassettes? Vamos! Los artistas también se han beneficiado. Han podido impulsar su imagen y vender sus boletos a conciertos. Claro que gana bien por disco vendido. ¿Pero en serio creen que todos tienen 20$ siempre disponibles para comprarlos? En serio. Si se levantaron con ese sueño vuélvanse a acostar.
Ahora hoy la vaina nos la echa nuestro querido Twitter. El gran bastión de la libertad de expresión. El lugar de trinos incontrolables donde todos podíamos decir lo que nos viniera en gana, con mayor serenidad que en el menospreciado (por posers jugadores de CityVille) Facebook.
Ahora resulta que debido a sus planes de expansión de negocios, sobre todos a paises como China, decidieron dejar en los gobiernos locales la potestad de censurar tweets de sus ciudadanos, tomando en cuenta las leyes de cada país. Eso quiere decir que si usted está en contra de la política del gobierno y hay una legislación que prohibe manifestarse en contra, Twitter le borrará el tweet haciendo imposible que usted haga ejercicio de un derecho humano como es la libertad de pensamiento y expresión. Así de fácil. Al mejor estilo de CONATEL en Venezuela y países con libertades muy controladas como China, Irán y Cuba. Los tiranos pueden respirar tranquilos, las revueltas ya no se propagarán libremente y las noticias deberán contar con filtros gubernamentales y twiteros para salir a la luz.
Vemos que es una tontería dejar en manos de las corporaciones y gobiernos el decidir si ejercemos nuestros derechos ciudadanos. Eso no se conquista y se olvida. Se lucha a través del uso constante y responsable de ellos. La moral que prohíbe y autoriza debe nacer de la misma cultura de quienes conviven en un espacio y no de parte de entes supremos y todopoderosos que controlen el bien y el mal.
Como civilización retrocedemos cuando las leyes son solo para prohibir y no para garantizar el desarrollo pleno de la personalidad del ser humano.
Estas leyes nos devuelven a los tiempos de Torquemada y La Inquisición. Donde ya no nos quemarán en hogueras sino que nos amordazarán o nos demandarán. ¿Quienes ganan al final con esto? No se, pero estoy seguro que no seremos ni tu ni yo.
Hasta la próxima.
